Cáncer colonrectal

Descripción general

El cáncer colorrectal (CCR), también conocido como cáncer de colon, es la cuarta causa de muerte en todo el mundo. Se desarrolla a partir del intestino grueso y suele comenzar con masas celulares pequeñas y densas de tejido sano, llamadas pólipos o adenomas, que se adhieren a las paredes internas del colon o del recto. Con el tiempo, estos pólipos pueden crecer y convertirse en tejido canceroso, con un pronóstico variable según la extensión y la diseminación del tumor.

Las diferentes etapas de la progresión del cáncer (puesta en escena) van de 0 (estadio inicial) a IV (estadio avanzado) y se definen en función del tamaño del tumor, la diseminación a los ganglios linfáticos cercanos y el nivel de metástasis o difusión a ganglios linfáticos u órganos distantes. 

La detección temprana se asocia con mejores resultados para los pacientes a través de la extirpación quirúrgica de lesiones premalignas (polipectomía) que pueden sufrir transformación celular. Por lo tanto, se han puesto en marcha programas de detección en muchos países con el objetivo de reducir la carga del CCR, que se prevé que llegue a más de 1500 millones de personas para 2050.

Signos y síntomas

Los programas de detección de rutina para el CCR dirigidos a personas de entre 50 y 75 años tienen como objetivo lograr la detección oportuna de los primeros signos de la enfermedad y la intervención posterior. Sin embargo, 80% de los CRC se detectan cuando los pacientes acuden al médico con signos y síntomas sospechosos, que incluyen sangrado rectal, dolor abdominal y anemia. Las consecuencias raras pero graves del CCR incluyen la obstrucción del intestino grueso, la peritonitis y la perforación, que se tratan como una emergencia médica y pueden estar asociadas con la metástasis del cáncer.

Causas y factores de riesgo

Al igual que muchos otros tipos de cáncer, las causas que subyacen a la formación y transformación de los pólipos colorrectales no se comprenden completamente. No obstante, se han identificado varios factores ambientales que influyen en la tasa de incidencia del CCR esporádico (mayores de 50 años), entre los que se encuentran el aumento del envejecimiento de la población y hábitos alimentarios poco saludables (dieta azucarada, tabaquismo, obesidad, falta de actividad física) .

Las formas hereditarias de CRC representan 35% de todos los casos, y se pueden clasificar en CRC hereditario o CRC familiar.

El CCR hereditario generalmente se caracteriza por un patrón autosómico dominante asociado con un mayor riesgo por debajo de los 50 años de edad. Las dos manifestaciones más comunes de esta forma son la Poliposis Adenomatosa Familiar, o PAF, causada por una mutación genética patógena en el APC gen, y el síndrome de Lynch, también conocido como cáncer colorrectal hereditario sin poliposis (HNPCC), causado por defectos en el mecanismo de reparación de desajustes de ADN o regulación epigenética.

El CCR no sindrómico o familiar se distingue por la forma hereditaria de CCR porque abarca tanto a pacientes con rasgos hereditarios no identificados como a otros con una forma esporádica que se agrega en la familia, lo que sugiere un papel de la susceptibilidad genética entre los pacientes más jóvenes.

Diagnóstico

La evidencia clínica ha demostrado que los CCR con frecuencia surgen de pólipos adenomatosos que típicamente adquieren cambios displásicos en un período de 10 a 15 años antes de desarrollar carcinoma invasivo, y la detección y eliminación temprana de pólipos reducirá la incidencia de CCR. 

El examen de diagnóstico estándar de oro para la detección del cáncer colorrectal se llama colonoscopia óptica, que implica la inserción de un tubo largo y flexible, equipado con una microcámara, que se inserta en el recto del paciente para registrar y detectar la presencia de pólipos dentro del colon. El examen es invasivo, incómodo para los pacientes y requiere una larga preparación y sedación farmacológica con el consiguiente impacto en la recuperación del paciente después del procedimiento. Además, la colonoscopia está asociada con un riesgo de desgarro y sangrado de la pared del colon o del recto, y también pueden ocurrir calambres e hinchazón. Debido a la naturaleza invasiva de este procedimiento, a lo largo de los años se ha desarrollado un procedimiento menos invasivo, conocido como colonoscopia virtual. Este enfoque se basa en la capacidad de las tomografías computarizadas (TC) para generar imágenes transversales del abdomen luego de la inflación del recto. El procedimiento es mínimamente invasivo y se puede realizar en solo unos minutos, con molestias y tiempo de recuperación limitados para los pacientes. Sin embargo, las limitaciones técnicas relacionadas con la adopción de tomografías computarizadas y la incapacidad para detectar pólipos de menos de 5 mm de diámetro han representado una limitación para la aplicación principal de este procedimiento.

Representación volumétrica de una exploración del abdomen masculino que muestra el intestino grueso, que comprende el ciego, el colon, el recto y el ano. Si hay pólipos locales o masas metastásicas, estos pueden ser visibles con una vista más cercana a la región anatómica de interés. Imagen obtenida usando Visor 3Dicom.

Tratamiento

El tratamiento para el CCR se basa en gran medida en la resección endoscópica de la mucosa de los pólipos adenomatosos que se realiza durante una colonoscopia. El procedimiento también permite la recolección de muestras para análisis histopatológico para determinar si el cáncer ha invadido las capas de la submucosa. Aunque este procedimiento endoscópico es menos invasivo que una cirugía estándar y está asociado con una mejor y más rápida recuperación, las posibles complicaciones incluyen el riesgo de sangrado, infección y perforación de los órganos circundantes.

Si se confirma la enfermedad metastásica, puede ser necesaria la resección quirúrgica y, según el caso médico, puede recomendarse radioterapia y quimioterapias neoadyuvantes para aumentar las posibilidades de éxito del tratamiento. En presencia de casos de cáncer de colon no quirúrgico, el médico especialista puede recomendar curas paliativas concretadas para mejorar la calidad de vida del paciente y prolongar la esperanza de vida.

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